jueves, 30 de agosto de 2007

¿Y quién acompaña a las/os Educadoras/es?

4 de febrero del 2007

Recientemente me llegó (por internet) un artículo titulado: ¿Quién educa a los educadores? Por cierto, una exposición muy interesante respecto a componentes clave de la ‘formación docente’. Tuve la dicha de trabajar en el área de la Formación Docente en Estelí y posteriormente a nivel de la Región I ‘La Segovias’ desde 1984 hasta 1989.

Sin embargo, personalmente, no me gusta la expresión ‘educar a’, ni para referirse a educadoras/es, ni a ‘educandos’. Al usar el término ‘educar a’ caemos en el esquema tradicional vertical donde se identifican los dos polos extremos (¿y opuestos?): hay quién educa (el sabelotodo, el sabio, el o la educador(a),...) y hay quien necesita ser educada/o (el o la educando, ¿el o la maleducada/o – que término más ‘mal-usado’?, ¿la o el malcriada/o – otro término del mismo tipo?, ¿la o el alumna/o?,...), todo de una sola vía: desde una persona hacia la otra, pero nunca al revés...

¿Será de casualidad que también en las ciudades se definen calles de ‘una sola vía’? Se hacen para evitar que choquemos, para evitar que nos encontremos, para evitar que nos confrontemos,... ¿Será ésta la solución en educación? ¿Que no nos encontremos...?

Estoy convencido que no... El espacio más educativo es, sin duda, el ENCUENTRO, el encuentro entre personas. Todo encuentro, si de verdad nos encontramos, es de doble, triple,... múltiple vía, nunca es de una sola vía.

Todo encuentro, si es de calidad, implica vivencia, implica ‘experienciación’ y ‘concienciación (construcción de nuestra conciencia, no importa el lugar que ocupamos, con base en experiencias compartidas).

La calidad de un encuentro depende de muchos factores, internos y externos. Entre todos ellos, el empeño facilitador de la o del educador(a) es fundamental: saber escuchar, convocar, organizar, coordinar, preguntar, sugerir, diseñar posibilidades, visualizar alternativas, invitar, compartir, crear, preparar condiciones, involucrar, co-operar,... El empeño facilitador es una gran responsabilidad...

Es una gran responsabilidad, a compartir también entre todas/os las/os demás actoras/es clave en cada encuentro: estudiantes, madres y padres, colegas, dirección, amigas/os, vecinas/os, informantes clave, personal del ministerio de educación, otras autoridades locales y nacionales,...
Sólo compartiendo responsabilidades alcanzaremos la participación activa consciente, la inter-acción, la construcción de nuestra conciencia personal y colectiva, la identificación - compartida también.

Se ha notado, indudablemente, la referencia ‘abundante’, en este artículo, al término ‘compartir’. No es casual: el encontrarnos implica compartir: ser como partes en un contrato social, emprender un pedacito o pedazote de camino juntas/os. Compartir es aportar. Aportar es abrir puertas. Abrir la puerta es para que nos encontremos, es confiar, es avanzar, es aceptarse y emprender el reto de co-operar (trabajar juntas/os), tal que todas/os, que cada una/o aprendamos. Éste es el proceso a desarrollar: un proceso de construcción conjunta de oportunidades de aprendizajes, integrantes de una actitud emprendedora de calidad.
¿Y quién acompaña a educadoras/es? Es importante y fundamental esta pregunta, porque definitivamente, la responsabilidad NO es sólo de educadoras/es, sino es una responsabilidad compartida, una responsabilidad A COMPARTIR... Ahora más preguntas:

¿Quién(es) nos disponemos a compartir responsabilidades, a contribuir a la calidad de nuestros encuentros?

¿Vos, estudiante?
¿Vos, padre y madre de familia?
¿Vos, vecina/o de la escuela?
¿Vos, colega?
¿Vos, asesor(a) pedagógica/o?
¿Vos, delegada/o?
¿Vos,...?,
¿Compartimos realmente responsabilidades con nuestras/os educadoras/es? ¿Las/os acompañamos constructivamente?

Como profesional, mi formación desde la escuela, desde la universidad, como estudiante ha sido básica (porque fue la base para lo que siguió), sin embargo, la práctica educativa compartida es la que me ha llevado a lo que soy, como persona y como profesional; y el seguir compartiendo responsabilidades a través del desarrollo de encuentros me permitirá seguir superándome permanentemente...

Así es para todas/os nosotras/os como educadoras/es... nuestra formación en la escuela normal o en la universidad es básica (porque constituye la base), sin embargo, nuestra práctica educativa consciente nos permitirá seguir ‘formándonos’, seguir ‘educándonos’, seguir ‘capacitándonos’, seguir... más que todo, cuando esta práctica sea COMPARTIDA, cuando cada práctica implique el desarrollo de un encuentro resultante del ejercicio de responsabilidades compartidas.

¿Y vos y yo? ¿Qué responsabilidades compartimos, también con nuestras/os educadoras/es? ¿Cuáles son estas responsabilidades que compartimos, tal que todas y todos, cada una/o aprendamos... La respuesta es mía y tuya, es nuestra...

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